Una calle de Águilas lleva desde ayer el nombre de "Marisa, la comadrona"

Una calle de Águilas lleva, desde ayer, el nombre de “Marisa, la comadrona”; un reconocimiento con el que el Ayuntamiento busca reconocer la dedicación de esta aguileña por cuyas manos han pasado buena parte de los niños y niñas de nuestro pueblo

Durante el acto del descubrimiento de placa, en el que fueron muchos los familiares, compañeros y amigos que quisieron estar presentes, la primera edil aguileña, Mari Carmen Moreno, destacó de la homenajeada “su capacidad de adaptarse a cualquier circunstancia y entorno, siempre con su mejor sonrisa, carisma y dedicación”.

“Marisa, la comadrona”, como es conocida popularmente, desde muy joven sintió una vocación especial hacia lo que sería su profesión, quizá debido a la amistad que tenía con las enfermeras del Hospital de San Francisco, que se encontraba detrás de su casa. El contacto con ese ambiente fue su proceso de gestación, en el cual tomó forma y cuerpo lo que más adelante sería su pasión.

Por eso tomó la firme decisión de irse a estudiar a Alicante, donde se formó como ATS. Gracias a sus buenas notas, consiguió una beca que la ayudó a sacarse la especialidad de Matrona en Barcelona. Terminó sus estudios con tan solo 21 años y, llena de ilusión, se vino a Águilas, sin plaza oficial. Fueron años duros. Hacía de todo: de enfermera, matrona y pinchaba a conocidos y amigos, trabajando mucho, con su instrumental siempre disponible y en un estado de alerta constante.

Durante esa época de su vida, hizo interminables viajes a Murcia para estudiar la especialidad de Pediatría y Análisis Clínicos. No fue hasta mediados de los 80, y tras muchas complicaciones burocráticas, cuando Marisa consiguió su plaza de Matrona en Águilas. Era tanto el respeto y el cariño de la gente, que, en alguna ocasión, le pidieron que eligiera ella

misma el nombre del niño.

De todas las vivencias que tuvo a lo largo de su dilatada vida profesional, ella se queda con la amistad de todas aquellas madres a las que asistió, como de todos los profesionales con los que trabajó. Para ella, siguen siendo su auténtico cordón umbilical, invisibles, pero siempre presentes en su vida. Como ella misma dice: “mientras viva, siempre estaré a disposición de la mujer y de mi pueblo”.